Escuela - Pozo Cañada

Reciente

Post Top Ad

Responsive Ads Here

Post Top Ad

Responsive Ads Here

jueves, 8 de marzo de 2018

Escuela

Alumnas con Dª. Milagros.-1934






 LA ESCUELA

Era una escuela de cartilla y ahí se terminaba la cosa. Se llevaba cartera de pana, de cartón, que hacían las madres. Las clases eran grandes y hasta hubo quien aprendió las tablas de multiplicar con unas castañuelas. En la escuela se cantaban canciones, se contaba y también se rezaba, en fin, los chiquillos se iban educando poco a poco. La visita de alguna persona a la escuela, obligaba a que los chiquillos y chiquillas se levantaran de sus pupitres y muy educados recitaran casi a coro: "buenos días tenga usted". Se empezaba a ir a la escuela a los 4 ó 5 años y en un principio chicas y chicos irán juntos, después con 7 u 8 años se separarán en dos grupos, por un lado, las chicas por otro, los chicos.
Para calentarse los chiquillos llevaban unos "ceporrillos" de madera que metían en la estufa, no traer madera significaba no "arrimarse a la lumbre".

• Los libros se reducían a la cartilla y poco más, alguna que otra enciclopedia de pobre catadura. La lección se decía en voz alta y de memoria y sí no la sabías, te esperaba la palmeta del maestro. Los castigos corporales eran de consideración. La "leña" era habitual, los castigos de fábula y cuando no te sabías la lección:"¡leña que te crio!".
• Los chicos jugaban a las bolas (canicas), el zompo, los "santos"(1), al parao. Las chicas jugaban a la "comba" con canciones como:"Al pasar la barca me dijo el barquero, las niñas bonitas no ganan dinero, yo no soy bonita ni lo quiero ser, por ahí va la barca de Sta. Isabel".







También hacían bordado, punto de cruz , encaje de bolillos. La mayoría de los chiquillos llevaban baberos de rayas negras y azules. En las mesas había tinteros y por supuesto había "cuarto de las ratas".

El período escolar terminaba para algunos a los 14 años, en cambio, para otros, a la edad de 9 años ya se encontraban sarmentando. En realidad, eran pocos los que reglamentariamente terminaban a la edad de 14 años, lo habitual era que los padres requerían a sus hijos antes de que éstos pudieran terminar la escuela. Después de la escuela, quienes podían, comenzaban a estudiar y los más humildes iban al campo a trabajar.

Llegados a este punto, me gustaría detenerme en los juegos típicamente de la escuela y en concreto voy a fijar mi atención en un singular divertimento propio de chiquillos durante el período escolar, me estoy refiriendo al juego de "los santos". Era un juego practicado por los chiquillos entre los siete y doce/trece años, en el que podían jugar un número ilimitado de jugadores.

Los santos o estampas eran las caras decoradas de las cajas de cerillas que luego serán el premio del juego. En el suelo se amontonan los santos, previamente acordados entre los jugadores, y sobre el montón de santos, se coloca una piedra para evitar que éstos se vuelen.

A unos 4 ó 5 mts. de distancia de los santos, se marca una raya en el suelo, desde allí deberán lanzar sus tejos los jugadores. Los tejos eran piedras o trozos de ladrillos, más o menos planos, duros (para romper los contrarios con facilidad) y con esquinas (para que se clavaran bien en el suelo y no botasen).

Una vez establecido el orden de tirada, comienza el juego propiamente dicho, cada jugador lanza su tejo al montón de los santos, pudiendo ocurrir que un jugador acerque su tejo más cerca de los santos que ninguno, en cuyo caso, ganaría todas las estampas o santos que integran el montón.

Podía suceder también que el tejo de uno de los chiquillos, quedara colocado sobre el montón de los santos, en este caso, el resto de jugadores que todavía no había tirado aún, debían de tratar no ya de acercar su tejo al montón de los santos, sino de romper el tejo del jugador que ya previamente había jugado, caso de romper su tejo, éste perdería los santos.

En el supuesto de que los santos se esparcieran por los impactos de los tejos lanzados, cada jugador ganaba los santos que más próximos estuvieran a su tejo. La distancia del tejo a los santos, se medía con ayuda de los dedos, pies o palmos. En este juego, se podían echar tantas manos como desearan los jugadores, eso sí, "posando", es decir, colocando en cada ocasión el número de santos, acordados antes por los jugadores.

• Los juguetes eran más bien escasos, "una miaja de escopeta, un caballote de cartón que arrastraban con una cuerda, una muñeca de trapo...". En fin, ya se sabe la imaginación ponía luego el resto.

• Ya sabemos lo mucho que han cambiado las cosas en este sentido, hoy día nuestros chiquillos se vuelven locos por una provechosa videoconsola, y los "tazos" de los pokemón de hoy, han venido a sustituir a los santos de antes.


Fotografía:Martín Santos Yubero


SOY UNA TAZA

Soy una taza,
una tetera,
una cuchara,
un tenedor.

Soy un cuchillo,
un plato hondo,
un plato llano,
un cucharón.

Soy un salero,
azucarero,
la batidora,
una olla exprés
chu, chu, chu.

Soy una taza,
una tetera,
una cuchara,
un tenedor.

Soy un cuchillo,
un plato hondo,
un plato llano,
un cucharón.

Soy un salero,
azucarero,
la batidora,
una olla exprés
chu, chu, chu.

Fotografía: Fotografías infantiles de todos los tiempos.


Pasa el tiempo, y vamos acumulando recuerdos que nos acompañan a lo largo del camino. La niñez, ese espacio de vida, que marca definitivamente nuestro seguir...Tardes sin fin jugando a la pelota, a la cuerda, a la peonza...Esos momentos, que parecían infinitos en el tiempo, y que se nos escaparon entre los dedos, como la arena de un reloj...Nos gusta volver a esos momentos, que a veces desfiguramos a nuestro antojo, el poder de la mente, de visionar lo vivido, olvidando algunos detalles, o incluyendo otros.

Y así, repetimos los escenarios con los que nos siguen, la vida una rueda sin fin, recuerdos, vivencias. Esa niñez perdida que todos llevamos dentro, y que vuelve a nosotros para recordarnos que un día fuimos niños, y que en nuestro fuero interno lo seguimos siendo, a pesar de las cicatrices, los olvidos y los caminos por donde nos conduce nuestra vida...Niñez perdida...


Texto: Rosa Delgado



Esta fotografía es de Vicente Nieto, excelente fotógrafo de la realidad cotidiana. (1913-2013)



 FUENTES y Bibliografía 

(1) Ana Belén Tallés Cristobal. "Tres juegos infantiles de Albacete" (Narria,estudios de artes y costumbres populares, nº27 de la provincia de Albacete). Universidad Autónoma de Madrid.1982.
https://www.facebook.com/laalacenadedonquixote/photos/a.446276288731206/4655741344451325/
Fotografía: Alumnas con Dª. Milagros (M.ª Angela Verdejo Fernández).



























©Pedro Pablo Romero Soriano RS

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Post Top Ad

Responsive Ads Here